Concluido el sangriento ventenio de las guerras napoleónicas, el Congreso de Viena dio a Europa una estabilidad política que duró poco más de treinta años. Pero fue sólo una estabilidad aparente, porque las fuerzas de la Revolución, derrotadas con Napoleón, se volvieron a organizar por todas partes al objeto de perseguir los objetivos todavía inalcanzados. Entre sus objetivos principales estaba la destrucción de los reinos católicos como premisa para la subsiguiente expulsión del catolicismo de los ordenamientos jurídicos y sociales de las naciones. Proceso al que no fue ajeno la contribución revolucionaria inglesa. Este ensayo pone en evidencia las tramas de la gran conspiración en la península italiana que determinaron la violenta eliminación de los reinos católicos para la edificación del Estado unitario sobre bases laicistas y sustancialmente anticatólicas. Y representa una de las muchas voces disidentes ante las celebraciones de los 150 años de la unidad política italiana.