Juan el Evangelista afirma que el milagro de Caná no es simplemente un milagro, sino un signo, algo fuera de lo normal, pero con un significado profundo, no ha priorizado el milagro, sino el significado que encierra detrás. Y la Lanzada, aparentemente absurda, porque Jesús ya estaba muerto, es otro signo: “Y al punto salió sangre y agua”. ¿Hubiera habido Lanzada y hubiera habido Costado abierto y hubiera habido Herida, si Ella no hubiera pedido vino? ¿Tendríamos la Herida del Costado, si Ella no hubiera pedido para nosotros el Vino Nuevo en Caná? ¿Pedimos nosotras con intensidad ese Vino Nuevo, para que muchos contemplen la Lanzada, y el Corazón de Jesús se rasgue ante los ojos de cada uno y se desvele su Intimidad ante cada hombre? ¿Sabemos pedir de verdad con insistencia ese Vino? ¿Sabemos pedir de manera que Él desvele su Intimidad, sea roto, sea rasgado?...