En las páginas del Evangelio son numerosos los consejos que podemos encontrar, por lo que estos no han de reducirse solamente a la pobreza, castidad y obediencia. Sin embargo, estos tres, no siendo los únicos, representan de una forma especial la vida de Jesús. Se les llama «consejos evangélicos» porque fueron predicados por Cristo en el evangelio y aparecen como una invitación para seguir más de cerca el camino que él recorrió en su vida. Una propuesta que tal y como recuerda el Concilio Vaticano II en LG 42 es realizada a todos los bautizados, pues tiene como fin la perfección de la caridad. Sin embargo, mientras los laicos viven estos consejos por el ejercicio de las virtudes, los consagrados han hecho una profesión pública de los mismos procurando mediante el ejercicio de estos una consagración “más íntima”. En este libro se ofrece una reflexión sobre cómo los diversos personajes bíblicos que aparecen en torno a la gruta de Belén, en el Misterio de la Navidad, vivieron su entrega total a Dios por la práctica de alguno de los tres consejos evangélicos.