Hay un salmo que, en el contexto de la meditación de la Pasión, creo que es de los textos más hermosos de la Biblia y más útiles, en el sentido de que nos retrata a cada uno de nosotros y nos pone frente a frente con Dios y con lo que somos: con nuestra miseria, nuestro pecado. Hablo del Salmo 50, que todos conocemos perfectamente: el Salmo Miserere... Otra cosa es que, a veces, quizá por la costumbre, o porque se infiltra un poco la rutina, lo rezamos y lo rezamos... lo repetimos y lo repetimos... pero tengo la sensación -al menos a mí me sucede- de que no lo saboreamos, no lo gustamos. Y he querido traerlo aquí para desgranarlo despacio delante del Señor; y porque siempre es bueno y yo... siento con frecuencia esa necesidad de pedir su Misericordia, de pedirla y de acogerme a ella.