A los pies del Amor. Ese es el lugar que yo siempre he pensado que me corresponde, y creo que a nosotras nos corresponde: a sus Pies, pero detrás, sin reclamar siquiera que nos mire, que nos contemple, que esté atento a nosotras. Nosotras estamos ahí con Él, a sus Pies: besándole, acariciándole, mostrándole nuestro amor... entregándole lo más precioso que tenemos: el perfume de nuestra vida: pero permanecemos a sus Pies y Él está libre de prestar su atención a otros, de seguir con el banquete, de hablar con el fariseo... no tiene que estar pendiente de mí. Yo permanezco en mi lugar, que es a sus Pies, detrás de Él. Y ahí es donde deberíamos,aunque a veces no es fácil, sentirnos de verdad dichosas y felices.