Con Alemania inmersa en la Segunda Guerra Mundial, y conscientes de su responsabilidad, un grupo de universitarios de poco más de 20 años de edad y un catedrático, Kurt Huber, se alzaron contra Hitler, bajo el nombre de la Rosa Blanca, con su única arma: la palabra. Las Hojas que repartieron por Múnich y otras ciudades alemanas mantuvieron en jaque durante meses a los jerarcas nacionalsocialistas. Los principales miembros de este movimiento fueron condenados a muerte. Con sus vidas dieron testimonio de que el nacionalsocialismo no había conseguido adormecer la conciencia de todos los alemanes. «Le felicito por su libro; es una excelente exposición de los principales aspectos que componen la Rosa Blanca. Especialmente acertado me parece su modo de plantear la religiosidad que para prácticamente todos ellos desempeñó un papel central. He leído su narración con sumo interés y me podría imaginar que también en Alemania despertaría mucho interés» (Wolfgang Huber, hijo del catedrático miembro de la Rosa Blanca, en una carta al autor).