Superarse supone voluntad. No debemos conformarnos con la ley del mínimo esfuerzo. Es posible terminar con los cansancios, los desánimos o las cobardías. Son vencibles los desasosiegos, las angustias, los miedos que nos atan la moral y espiritualmente, impidiéndonos avanzar. Que no cabe rendirse frente a las duras adversidades de vida, como pueden ser el dolor o la enfermedad, pues todas son moralmente superables