Personas que al contacto con aquella imagen de la Virgen ante la que su madre les enseñó a rezar, bajo cuyo manto maternal los puso en su niñez, han vuelto a la fe oscurecida en medio de los avatares de la vida. La Virgen los ha devuelto a la fe y a la vida sobrenatural recobrada a través del sacramento de la Penitencia. En las páginas de este libro, si tienes la paciencia de leerlas, encontrarás un grupo de hombres y mujeres que al contacto con la Virgen encontraron la luz. De entre los miles posibles he escogido a catorce, que considero prototipos de otros muchos. Entre ellos alguno ignoraba incluso la existencia de la Virgen María, otros vieron la luz repentinamente ante la evidencia del hecho milagroso o de la belleza artística; para otros supuso el coronamiento de años buscando la luz de la verdad; alguno hubo de rendirse después de años rechazando la luz. Para alguno la devoción a la Virgen ha sido razón de su existencia y otros conservaron en el hondón del alma una lucecita que había puesto en ella el amor de una madre. Para la mayoría vino la luz en la plenitud de la vida y alguno solo la encontró momentos antes de entregarla a la justicia de Dios y de los hombres En el pequeño grupo hay de todo: científicos, literatos, políticos, clérigos de confesiones no cristianas, santos. Para la Virgen todos somos hijos y las madres no hacen acepción de personas.