San Juan Crisóstomo fue por encima de todo un excelente catequista y gran predicador. En torno a él se congregaban numerosos fieles prendados de las palabras que brotaban de su "boca de oro". Aquellos cristianos eran hombres y mujeres enfrentados cada día a un entorno pagano del que sólo a duras penas podían sustraerse y que hacía muy difícil vivir un cristianismo radical. Precisamente en materia de matrimonio y segundas nupcias la inercia de las costumbres paganas amenazaba con ensombrecer el verdadero significado de la doctrina cristiana, tan novedosa en este punto. Las tres obras que forman este volumen presentan diferentes aspectos del matrimonio cristiano, que nuestro autor afronta siguiendo las enseñanzas de san Pablo sobre este tema. En los dos primeros escritos, A una joven viuda y Sobre el matrimonio único -este último presta su título a todo el volumen-, el Crisóstomo canta las excelencias de la viudez, estado equiparable al de la virginidad que posibilita, como ésta, una extraordinaria cercanía a Dios y el ejercicio constante de la virtud. Sin condenar jamás las segundas nupcias, subraya la superioridad de un matrimonio único. En este deseo de dignificar la unión de los esposos se fundamenta la tercera obra que aquí se traduce: Con qué mujeres hay que casarse. Si el vínculo conyugal es imagen del amor de Cristo por su Iglesia, la elección de la propia esposa ha de estar en consonancia con tan enorme trascendencia. El obispo de Constantinopla animará entonces a los cristianos a basarse en nuevos criterios de elección, como la virtud y el amor auténtico, frente a los usuales entre sus contemporáneos.