El misterio de la Encarnación del Señor es una de las obras dogmáticas de Ambrosio. Este opúsculo, escrito a comienzos del 382, contiene una homilía pronunciada en la basílica Porciana, que fue luego reelaborada y ampliada. La segunda parte de la obra, de hecho, es un apéndice escrito por Ambrosio, a petición del emperador Graciano, para aclarar cómo el Padre (ingénito) puede ser de la misma naturaleza y sustancia que el Hijo (engendrado). La importancia de este opúsculo es grande para la comprensión de la teología ambrosiana. La obra está íntimamente ligada con los otros dos principales escritos doctrinales de Ambrosio. Tanto es así que en algunos manuscritos se sitúa como el cuarto libro del De Spiritu Sancto, y en otros como el noveno libro del conjunto formado por De Fide - De Spiritu Sancto - De Incarnationis Dominicae Sacramento. Se trata, por tanto, de un escrito maduro, en el que el obispo de Milán aborda, en forma homilética, problemas ya desarrollados en obras anteriores; de un modo especial la refutación de la herejía apolinarista. Ambrosio afirma la divinidad del Hijo, su eternidad, la existencia de un solo Verbo y la naturaleza corporal en Cristo. Siguiendo de cerca a Atanasio, el obispo de Milán defiende ardorosamente la fe católica en que Cristo es el Hijo de Dios nacido de María; doble condición que no compromete en ningún modo su unidad. Ambrosio pretende, ante todo, confesar y aclarar la fe, y sólo en un segundo momento se entrega de lleno, siempre cercano a la Escritura, a discutir los argumentos aducidos por los herejes. Teólogo y pastor, hombre de gobierno profundamente enraizado en un amor ardiente a Jesucristo, Ambrosio manifiesta en las páginas de este escrito su gran talla. La presente traducción es la primera que se publica en lengua castellana.