"He encontrado el secreto de una vida cristiana plena, aquello por lo que yo vivía y sentía, pero no era capaz de expresar. Desde ahora mi vida tendrá una meta que se sintetiza en la palabara Unidad". Con estas palabras José Antonio Vicente -natural de Ribera de Molina (Murcia)- nos descubre la raíz que alimentaba y sostenía su vida; una vida que, sin temor a exagerar, él "gastó" al servicio de los demás y produjo esos frutos tan excelentes que se ponen de manifiesto en esta primera aproximación a su biografía. Las numerosas "florecillas" narradas en esta páginas, de las cuales él fue protagonista, muestran uno de los rasgos más sobresalientes de su personalidad: la sencillez del "niño evangélico", que confía plenamente en el Padre y desubre cómo se realizan las promesas del Evangelio. Casado y con cinco hijos, plenamente comprometido con su tiempo y con su gente, José Antonio trató de vivir con radicalidad su vocación de laico cristiano "llamado por Dios para contribuir desde dentro, a modo de fermento, a la santificación del mundo mediante el ejercicio de sus propias tareas" (Christifideles laici, 15.)