«Durante largos años he dedicado mi tiempo a escuchar a las personas dice el autor y he oído miles de problemas: casi todos podrían reducirse a la falta de fe, de esperanza y de amor». Entender que estamos en las manos del Padre nos lleva a curar las heridas del pasado, a no angustiarnos por el futuro y a vivir en plenitud lo único que tenemos: el presente.