La palabra «unidad» no tiene necesariamente una connotación religiosa. A lo largo de la historia también ha asumido significados controvertidos de lucha y contraposición y ha derivado en totalitarismo, uniformización y abuso de unos pocos sobre la mayoría. Pero unidad es también palabra-clave del cristianismo: la unidad es constitutiva de la Iglesia, «signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (Lumen gentium, 1). Y si hay una palabra que resume el carisma de Chiara Lubich esta es precisamente unidad. Con poco más de 20 años, Chiara «descubre» el Testamento de Jesús en el capítulo 17 del Evangelio de Juan y hace de él su programa de vida. Los textos de esta antología se remontan a los orígenes de su comprensión y experiencia de la unidad, indisociable del misterio de la Trinidad; una comprensión que se enriquece con el tiempo y se plasma en un proyecto de fraternidad universal que afecta a todos los seres humanos.