A partir de su experiencia como profesor («…quizá sabía enseñar, pero educar era otra cosa mucho más profunda y compleja…»), el autor se da cuenta de que «casi nadie les había dado a los chicos los recursos necesarios para afrontar sus estudios de forma adecuada, eficaz y práctica». Comienza así a formarse en dinámicas educativas y didácticas: un éxodo vital y profesional que lo transforma de profesor de Historia del Arte en formador de alumnos, padres y profesores, su auténtica vocación. Se trata de aportar a la educación no solo nuevos contenidos, sino nuevos procesos que la generen … «Quizá la gran mirada profética no esté tanto en las posibles respuestas, sino en el método, en que esas respuestas procedan de una provocación al diálogo y del intercambio de ideas y riesgos». Este libro es la continuación orgánica de su obra Porque te quiero, te educo (Ciudad Nueva, 2016).