«Turbada» por el anuncio del ángel, María personifica el desconcierto inicial que en-vuelve a quien busca la verdad, y por eso abre sus puertas a la escucha y al descubri-miento de significado. De María se aprende ante todo la certeza de que existe un significado en la vida que hemos de captar. En su ¿cómo es posible? (Lc 1, 34) asume el dato que constituye el nú-cleo del interrogante propio de cada ciencia. Aquello que «se anuncia» ha de ser acogi-do y «aceptado». Solo la total e incondicional apertura nos hace capaces de formular preguntas, de dialogar, de «soportar el peso de la novedad», de «perder» y de «perma-necer en pie» en silencio. Una apertura hacia lo real que es viable solo en el marco de una dinámica de amor