Entre los comentarios más selectos del Crisóstomo (345-407) a los escritos de san Pablo se encuentran estas Homilías a la Carta a los Efesios; ciertamente porque tratan las cosas más importantes y se explican con mayor rigor, a la vez que se hacen aquellas oportunas indicaciones de interés para conseguir una vida más feliz para el ser humano. Los comentarios del Crisóstomo a la Carta a los Efesios del apóstol san Pablo se encuentran repartidos entre veinticuatro homilías de parecida extensión, si hacemos excepción de la Homilía octava, que es un poco más amplia que el resto. En este conjunto homilético el Padre de la Iglesia va desgranando sus observaciones a cada uno de los capítulos que componen el escrito paulino. Las Homilías del Crisóstomo van precedidas de un Argumento en el que el orador antioqueno sitúa a los oyentes en el lugar en que según él se encontraban los destinatarios de la Carta a los Efesios de san Pablo. En efecto, recuerda a su auditorio algunos aspectos característicos e importantes de la ciudad de Éfeso. A modo de resumen se puede decir que, para el orador antioqueno, como para san Pablo, Dios nos eligió para que fuésemos santos, pero «santo» es el que participa de la fe y a la vez es inmaculado porque persigue una vida sin tacha. De esta confluencia nace la amistad que el cristiano debe procurar con Dios, pues Él nos ha dado a conocer lo que tiene en su corazón. Las Homilías de este volumen se publican por primera vez en versión castellana.