El libro de Isaías es una de las cumbres máximas del humanismo bíblico. Meditar a Isaías es un valioso ejercicio para recobrar la esperanza tras la destrucción, el luto y los falsos consuelos; para desterrar la idea equivocada de un Dios sediento de sacrificios, que actúa por la lógica calculadora del dar y el tener. Isaías es un don para todos, sobre todo para quienes nunca han creído, y en especial para quienes han dejado de creer aunque quisieran seguir creyendo. Su canto es canto de la aurora, brisa del alba, estrella de la mañana. Es una introducción a la vida en tiempos de ruina, para todas las ruinas y para todos los tiempos.