Catalina de Aragón, la hija pequeña de los Reyes Católicos, era la más parecida a su madre y llegó a ser, según Shakespeare, «reina de todas las reinas y modelo de majestad femenina». La joven se casó con Enrique VIII, rey de Inglaterra, pero nadie podía adivinar que este matrimonio provocaría el cisma de la Iglesia. Feliz en los primeros tiempos, la reina se ganó el respeto de la corte y del pueblo.Pero sus desdichas comenzaron con los embarazos. De seis sólo sobrevivió su hija María.Y nunca llegó el ansiado heredero. Rechazada por su esposo, luchó por los derechos de su amada hija, sumida en la soledad.Y en sus últimas plegarias pedía: «Dios mío, perdónalo tú a Enrique, porque yo no puedo, y no es poco lo que viene de él».