Uno de los lugares privilegiados para este encuentro entre la humanidad y la trascendencia de Dios ha sido el arte sacro en sus diferentes manifestaciones artísticas, pictóricas, arquitectónicas, La Iglesia es consciente de la importancia y necesidad del arte para el mensaje del Evangelio; sin embargo, «¿se puede decir que el arte necesita a la Iglesia? se preguntaba el beato Juan Pablo II. El artista busca siempre el sentido recóndito de las cosas y su ansia es conseguir expresar el mundo de lo inefable. ¿Cómo ignorar, pues, la gran inspiración que le puede venir de esa especie de patria del alma que es la religión? ¿No es acaso en el ámbito religioso donde se plantean las más importantes preguntas personales y se buscan las respuestas existenciales definitivas?». El presente volumen trata de dar algunas respuestas a estos interrogantes.