Con el mismo espíritu de San Pablo, que quiso alentar a los primeros cristianos escribiendo porque hemos sido salvados por la esperanza (Rom 8,24), Benedicto XVI titula así su segunda encíclica.
Con el mismo espíritu de San Pablo, que quiso alentar a los primeros cristianos escribiendo porque hemos sido salvados por la esperanza (Rom 8,24), Benedicto XVI titula así su segunda encíclica.