La educación temprana se fundamenta en la relación que existe entre el desarrollo del cerebro y el aprendizaje. Aunque la herencia genética es sin duda una buena posición de salida para la maduración y el aprendizaje, es más importante rodear al niño de un ambiente rico en estímulos adecuados para cada edad y cada momento; así aflorarán todas sus posibilidades y la riqueza natural que guarda en su interior. Padres y educadores queremos niños felices, pero también sanos e inteligentes; no solo hay que potenciar su inteligencia, también su salud, su voluntad y su personalidad.