El perdón es esencialmente divino. Propiamente, sólo Dios perdona. Jesús nos dice que no vino a llamar a los justos sino a los pecadores. ¿Qué debe hacer, quien, en los años de juventud, cuando se abre a la experiencia de vida, a la realidad del mal y de la culpa, para obtener el perdón? Tomar conciencia seria del pecado y, al mismo tiempo, saber que a Dios le preocupa de corazón nuestra realidad. Por el perdon de Dios ya no soy pecador delante de la Verdad, que es Dios mismo; ya no soy más culpable ante la responsabilidad de mi conciencia. Y eso es lo que queremos. Y eso puede ser porque es el mensaje de Cristo la certeza de esa posibilidad. Es Dios quien nos revela esto y Quien de ese modo se revela.