Cada día, en el mundo entero, los amigos de Marcelo Van son más numerosos y desean tener una pequeña biografía suya. Por cierto, ya existen bastantes libros que tratan de él. Pero, para respetar la obra de Dios, hay que dejarla intacta, transparente, verdadera, genuina, como el agua limpia apenas salida de su manantial. Esa obra de Dios es Marcelo Van, con todas sus debilidades físicas, sus alegrías, su ternura de niño, sus pruebas humanamente insuperables, sus huidas, su familiaridad con Jesús, María y Teresita.