«A José María Contreras le ha salido un libro delicioso en el que uno aprende muchísimas cosas, se sorprende riéndose a menudo con sus comparaciones, y entre bromas, experiencias y veras, incurre en filosofía para convencernos de que si bien no todos tenemos un portero en las puertas del alma, más nos convendría sentirnos portero algunas horas al día (…) Es un testimonio y un homenaje, un libro de aprendizaje sentimental y un compendio de erudición, hasta se pueden subrayar dos o tres relámpagos de poesía. Es decir, el portero es aquí, más que un personaje, un trampolín para lo que de verdad importa: hacer excelente literatura y demostrar que esta se puede sacar de cualquier parte, de una historia de amores desdichados o de un viaje a una cima imposible, de un crimen de autor invisible o de una figura como la del portero de fútbol»
(Del prólogo de Juan Bonilla).