Lo expresado en este documento nos permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato si; y
Fratelli tutti no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo, ya que bebiendo de ese amor nos
volvemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de cada ser humano y de cuidar juntos
nuestra casa común. Hoy todo se compra y se paga, y parece que la propia sensación de dignidad depende de
cosas que se consiguen con el poder del dinero. Sólo nos urge acumular, consumir y distraernos, presos de
un sistema degradante que no nos permite mirar más allá de nuestras necesidades inmediatas y mezquinas. El
amor de Cristo está fuera de ese engranaje perverso y sólo él puede liberarnos de esa fiebre donde ya no hay
lugar para un amor gratuito. Él es capaz de darle corazón a esta tierra y reinventar el amor allí donde
pensamos que la capacidad de amar ha muerto definitivamente.