A pesar de la diferencia entre lo moral y lo natural, ambas realidades pueden y deben encajar, lejos de una mirada utópica hacia la ética. La vida no se nos da hecha, sino que da mucho quehacer. Eso decía Ortega. Es una “terrible faena” el libre albedrío −continuaba−, pues hace depender de cada uno lo más crucial de la propia biografía. Es importante lo que hacemos, pero es más determinante cómo lo hacemos. El autor trata la diferencia entre lo moral y lo natural, y cómo ambas realidades pueden y deben encajar, lejos de una mirada utópica hacia la ética. ¿Qué legitimidad puede reclamar un juicio moral? ¿Cómo dictaminar la calidad ética de una acción? ¿Hay acaso criterios objetivos? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Por qué la intuición inicial se encuentra luego con tantos obstáculos al tratar de sistematizar el orden moral? ¿Por qué tiene que ser todo tan difícil?