Las comunidades, las asociaciones, los movimientos, las instituciones y las empresas viven gracias a muchas formas de capital. Una de ellas es el capital narrativo, un recurso de enorme valor en muchas organizaciones, que resulta esencial en los momentos de crisis y en los grandes cambios de los que dependen la calidad del presente y la posibilidad del futuro. Se trata de un patrimonio a base de relatos, historias y escritos -y a veces poesías, cantos y mitos-: un auténtico capital, que como todos los capitales, genera frutos y futuro. Si los ideales de una organización o comunidad son altos y ambiciosos, como sucede en muchas organizaciones motivadas por ideales (OMI), también su capital narrativo es grande.