«Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29). Ponerse en la escuela del Corazón de Jesús, seguir a san Juan y a tantos santos, es entrar en el camino real del amor. «Que os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34). Para que el corazón humano se expanda hasta el infinito, Dios le da la oportunidad de acoger el Corazón de su Hijo. Esta llamada afecta a todos los ámbitos de la existencia y de la vida de la Iglesia. Toda nuestra vida en la tierra no es, en última instancia, más que una escuela de amor, en la que estamos llamados a convertirnos en discípulos de Jesús. En la espiritualidad del Corazón de Jesús, como han escrito los Papas, está el resumen de toda la religión. Y el sentido de toda vida humana.