La profecía de Isaías, que sirve de leitmotiv al actual proceso sinodal sobre la sinodalidad, ilumina e impulsa el fenómeno del carisma compartido y el ministerio colaborativo: «Ensancha el espacio de tu tienda, despliega los toldos de tus moradas, no ahorres; alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas, porque te extenderás a derecha e izquierda, y tu descendencia se adueñará de naciones, y habitarán en ciudades abandonadas» (Is 54,2-3).
Está llegando el tiempo de una nueva esperanza para la Iglesia y la vida consagrada. No somos los únicos herederos del carisma concedido a nuestros fundadores o fundadoras. Hay otros destinatarios con quienes conectar. Ese es nuestro desafío.
Todavía podemos encender con nuestro fuego otros fuegos y no se trata de simple colaboración, sino de impregnación carismática por la presencia y fuerza del Espíritu Santo.