La mayoría de las reflexiones sobre el arte remiten a los gustos que imperan en una época. A ello contribuyen también las academias y los expertos en estética. Por esa razón, adentrarse en el territorio de la belleza resulta muy arriesgado si se elige como guía a un poco conocido matemático ruso, que vivió en el primer tercio del siglo XX e hizo del icono la clave interpretativa de la estética.
En su obra El iconostasio, Florenski propone entender y configurar el mundo desde el arte, proporcionando aquellos materiales que pueden
servir para elaborar una teoría estética integral. El icono, como expresión artística accesible a todos, le permite abordar los temas más complejos.