¿Qué podemos aprender de nuestra condición mortal? La muerte es coherente con nuestra condición animal, pero repugna al ansía de infinito que nos acompaña. Su carácter enigmático no se debilita, sino que se refuerza, cuando se acepta que la realidad es buena y tiene su origen en un Dios personal que crea por amor. ¿Cómo se puede conciliar el drama de tener que morir con el reconocimiento del Creador y la alabanza de su gloria que nos exige la inteligencia cuando se despliega con honestidad y sin trabas?
En busca de una repuesta, este libro pone en diálogo la pregunta por el sentido de nuestra existencia, característica de la antropología reciente, con el sobrio realismo de Tomás de Aquino.