La vida espiritual es un arte que se aprende gracias a buenos maestros. Sin embargo, a la hora de la verdad se trata de una experiencia individual e intransferible. El discípulo avanza por el camino portando en sus manos la Sagrada Escritura y manteniendo en su corazón la fe que ha resistido el discurrir del tiempo. En la comunidad de los creyentes se participa del encuentro gozoso con el Resucitado, pero durante un largo trecho cada uno tendrá que acompañar a solas al Único capaz de explicar las Escrituras y partir el pan vivificante. En la vida espiritual, por otro lado, no existen recetas milagrosas ni nada de extraordinario. Por eso, este libro se limita a recordar los fundamentos y los medios que han servido a tantas personas a lo largo de la historia, y en especial a aquellos llamados a seguir la senda de la soledad, el silencio y la escucha. Ninguna imagen mejor para representar esta experiencia que la del niño que reposa confiado en los brazos de su madre. Para él, ese regazo es el cielo en la tierra. Giuseppe Forlai es eremita de la diócesis de Roma, director espiritual en el Seminario Mayor y docente de teología y vida consagrada en distintos centros académicos.