Para muchos católicos, la Eucaristía no es más que un símbolo de Cristo, y la Misa no es más que un conjunto de personas afines que se reúnen para recordar su vida. Pero la verdad de lo que se hace presente en el altar, y lo que los fieles reciben en sus cuerpos y almas, es tan bello como desconcertante. En este atractivo tratado teológico, el obispo Robert Barron ofrece una reintroducción al antiguo significado y poder de la Eucaristía. A través de un triple análisis de la Eucaristía como alimento sagrado, sacrificio y presencia real, acerca a los lectores a la profunda verdad que brota de las palabras de Jesús en la Última Cena: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo [ ]. Bebed todos de él, porque esta es la sangre de la alianza nueva y eterna». No se nos invita simplemente a recordar a Jesús o a imitar su ejemplo moral; se nos invita a la gracia de la comunión y, en última instancia, al reino de Dios, comiendo y bebiendo el mismo ser que Él ofrece en sacrificio.