En los primeros meses del año 1940, cuando apenas había comenzado la II Guerra Mundial y la ocupación de Polonia, Karol Wojtyła compone su drama teatral Job. Tal como señala el propio Wojtyła, la obra plantea una reflexión acerca del drama del sufrimiento del hombre: “Esta es una tragedia sobre el sufrimiento”. La experiencia del sufrimiento de Job, que desencadena en él la pregunta acerca del propio «yo», se convierte en una parábola del drama de todo sufrimiento humano, que hace aflorar en cada hombre la pregunta por su propia identidad.
El armazón interno de la obra está elaborado en forma de una gran alegoría, con una pluralidad de sentidos interpretativos (bíblico, místico, histórico-nacional, antropológico y autobiográfico) que dan a la estructura de la pieza una interesante trama conceptual.