San Juan Pablo I tenía una fe profunda. Fue un hombre que trató, con constancia, de cumplir y amar la voluntad de Dios. En muchas ocasiones consideró que la providencia le pedía más de lo que podía dar, pero nunca dio un paso atrás. Quizás el secreto de su vida y de su espiritualidad se encuentra –junto con su vida de oración– en el buen humor y su sentido común.
Fiesta: 26 de agosto