Nadie puede sustraerse de la pregunta escandalosa que el mal provoca. También la teología, al enfrentarse a este interrogante, recurre a todas las fuentes que tiene a su alcance, entre ellas la Biblia como documento de fe. Dos especialistas abordan la realidad y el origen del mal. El primero, en los escritos del Antiguo Testamento. Por una parte, su investigación descarta todo tipo de dualismo en la relación entre Dios y el mal; por otra, propone la figura de Job para mostrar cómo puede superarse.
El segundo desarrolla la visión del Nuevo Testamento. A su luz, el mal se perfila como un poder estructural en permanente hostilidad hacia la vida. Conceptos como el diablo y los demonios ayudan a comprender el papel del mal en las primeras comunidades cristianas.