¿Qué puedo hacer yo por la Iglesia?, se pregunta el autor de este libro, y se responde: desafiar, una vez más, al intelecto y al corazón de los creyentes y en particular de sus pastores# para que sigan el ritmo de la historia común en la que todos nos encontramos; recordarles, con todas mis energías, que el testimonio cristiano sobre la belleza, la alegría y la verdad incomparables, que hallamos constantemente en el encuentro con el Señor Jesús, debe encontrar, precisamente en este momento de la historia, una clara y convincente confirmación, capaz de «hacer mella» en la mente y en el corazón de nuestros contemporáneos; fomentar el valor necesario para la transformación pastoral, que es absolutamente crucial en este momento.