Sin duda, una de las metodologías educativas innovadoras en la universidad actual es el Aprendizaje-Servicio (ApS). Con una orientación epistémica de corte pragmatista, conecta currículo y necesidades existentes en la comunidad, de modo que articula una pedagogía esencial para que el alumnado avance vinculando la construcción de conocimiento a un compromiso de tipo social. Ahora bien, su proliferación en la educación superior ha servido también para advertir de que los proyectos de ApS han de servir a propósitos de calidad en su elaboración, implementación y evaluación, dentro y fuera de las aulas. Esa, y no otra, es la clave de bóveda del presente volumen, a fin de que la búsqueda de calidad en tales iniciativas exija ir más allá de objetivos o metas superficiales en la tarea de formar, en y desde la universidad del siglo XXI.