Un texto de sabiduría, un texto espiritual, tiene nostalgia de silencio y rubor de palabras. Brota como una oruga desperezando su torpeza y oteando horizontes lejanos desde su familiar cercanía. Surge del corazón y de la mente limpias, de la inocencia gratuita y no se reescribe, ni se arroga, aunque gusta de ser apropiado. Vuela libre de formas y lugares. Un texto de sabiduría tiene el sabor de la plenitud, acaricia nuestra oscura ignorancia con luz generosa de calidez y solaz. Es amigo fiel, maestro paciente, madre tierna, compañero amoroso, capaz de hacer ver y sentir que se es eternamente libre, que hay más de lo que aparece. Con él no hay soledad estéril, ni temor, ni fracaso, ni miseria, solo plenitud.
Salve maestro y maestra texto, gracias por ser fuente que mana eternidad, luz y vida.