Resulta cada vez más urgente que la humanidad recupere la esperanza. La vida consagrada está convocada a ser signo y agente de esperanza para los demás. No es un secreto, sin embargo, que esta forma de vida está viviendo unos tiempos difíciles.
Este año jubilar será un tiempo de gracia, una ocasión propicia para que en las comunidades de vida consagrada, al igual que en toda la Iglesia, se renueve la esperanza que «infunde en el corazón la certeza de que Dios conduce todo hacia el bien».
Los autores que participan en este volumen nos presentan una visión poliédrica de la situación actual de la vida consagrada y sus perspectivas de futuro.