Un día, los caminos de Carmen y Tomás se cruzan casualmente. Entre ambos surge una impensada fraternidad. Les une su deseo por dejar atrás la fatalidad, su convicción de que ambos deberían haber muerto mucho tiempo atrás. Carmen vive en una huida constante del presente, intentando sin demasiado éxito ser de nuevo ella y no una víctima. Tomás, que arrastra la culpa por un suceso del pasado, no se permite ser feliz y lleva una vida errante mientras trata de ocultar su homosexualidad en el entorno rural en el que se mueve.
Dos seres torturados que van a encontrar la paz a los pies de un mismo árbol.
Dos supervivientes que se ven obligados a convivir en la misma casa.
Dos personas que se han sometido a un encierro intencionado. El campo que les rodea va a ir ejerciendo su influjo, con la luna como testigo silencioso, mientras cada uno aprenderá a quererse, a hacer las paces con el dolor padecido, para encontrarse a sí mismos, dar un giro a sus vidas y volver a empezar... si logran que su pasado no regrese para impedírselo.