Aumentan la soledad y el aislamiento, el individualismo excesivo, la segregación y el egoísmo. Las grietas que atraviesan las comunidades, la sociedad -y también la vida de los individuos- son cada vez más evidentes. Al mismo tiempo, sin embargo, también nos encontramos en todas partes con un profundo anhelo de identidad, pertenencia y convivencia satisfactoria. Para Anselm Grün, está claro que necesitamos una nueva forma de relacionarnos, más profunda, también en las relaciones familiares y laborales, en la sociedad y en la Iglesia. Y necesitamos valores compartidos: justicia, cooperación, solidaridad, tolerancia, compasión y respeto. Pero también comunidades que vivan y experimenten la fe y la esperanza. Necesitamos solidaridad, no solo como sentimiento, sino como voluntad de trabajar activamente por este mundo, de contribuir a un futuro que siga mereciendo la pena vivir para las generaciones venideras.