Cualquier día debería ser un buen día para morir, siempre que estemos preparados. Pero, ¿lo estamos? ¿Lo están nuestros seres queridos? ¿Cómo podemos ayudar hoy a los enfermos y a los que sufren? ¿Y a nuestros familiares difuntos que están en el purgatorio? ¿Podemos pedirle a Dios nuestra propia salvación?
La autora responde a estas cuestiones, y a muchas otras, a lo largo de las páginas de este libro, donde el lector encontrará tanto un compendio de oraciones y devociones por las almas del purgatorio como una excelente guía pastoral para los que atienden a enfermos y moribundos. Asimismo, hay una tercera parte dedicada a aquellos que desean vivir preparándose para la salvación y la gloria eterna.
Los fieles cristianos, miembros de la Iglesia militante, no siempre sabemos que nosotros somos los amigos, los mediadores de los miembros de la Iglesia purgante, y tenemos el poder de obtener para ellos el perdón. El purgatorio es la obra maestra del corazón misericordioso de Dios, una genialidad maravillosa de su amor, pero allí las almas están pagando una deuda y sufren sin cesar. Dios, que las ama inmensamente, y a nosotros también, se complace en nuestras oraciones y nos invita a seguir rezando hasta obtener la liberación para esas benditas almas sufrientes.
«Debemos comprender el gran bien que supone liberar un alma del purgatorio. Es un bien infinito, mayor que crear el cielo y la tierra, porque damos a un alma la posesión de Dios».
SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT