En vísperas del Cónclave del 2013 se respiraba un ambiente eclesial con sensación de cansancio y de agotamiento espiritual, de ausencia de confianza y entusiasmo, de falta de fuerza profética y de impulso misionero. La elección del papa Francisco fue una sorpresa del espíritu y, por eso, es llamado el “Papa de las sorpresas”. Llegado del cono sur, geográfico y teológico, nos ha pedido cuatro conversiones: personal, institucional, pastoral y cultural; desde una especie de brújula: Pueblo de Dios, inculturación, pobres y misericordia. Todo un reto y una esperanza en esta nueva época. De todo ello trata esta obra.