Hace más de 70 años, un grupo de hombres y mujeres llegaron a Culiacán, Sinaloa, con la misión de expandir la labor del Opus Dei en México. Sembraron una semilla en una tierra fértil, que pronto se convertía en un semillero de vocaciones. Descubrieron una tierra luminosa, donde el sol inspira a la gente a trabajar, a salir adelante a pesar de las dificultades, a hacer crecer sus familias, sus trabajos, su persona. Se adentraron en un lugar donde sus habitantes irradian luz propia. Encontraron personas alegres que les abrieron las puertas de sus hogares y que, con mucho amor y entusiasmo, adoptaron la misión de la Obra como propia. Llegaron a casa e hicieron de Sinaloa su hogar.