El modo en que tuve acceso a estos sucesos es inverosímil, acaso ficticio. Conocí a Matteo y Claudia por casualidad en el día de su matrimonio.Yo estaba de turismo y ellos de nerviosismo. Más adelante nos volvimos a encontrar en Roma y entonces se sucedieron los cafés, los paseos y la amistad.
Después de mucho pedirlo, en una tarde de diciembre me contaron la historia de su noviazgo. Fue tanto lo que nos reímos que me ofrecí a trasvasar esos recuerdos en un libro, sobre todo pensando en sus parientes y amigos chilenos. Así nació esta pequeña obra.